Reflexiones sobre la productividad en México

Mario Correa

Licenciado en Economía y maestro en Finanzas por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Tiene más de 30 años de experiencia en el análisis de la economía. Trabajó en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y en el Centro de Análisis e Investigación Económica del ITAM, donde también fue maestro de Economía. Fue Economista en Jefe en Scotiabank México de 2010 a 2020. Actualmente, es economista independiente y vicepresidente del Comité de Estudios Económicos del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF). Es un reconocido expositor de temas económicos en medios de comunicación y en diversos foros. Tiene un canal de YouTube, “Economía en Breve”, que inició desde 2016 y se está convirtiendo en un referente para estar informado sobre asuntos de economía. Participó como columnista invitado en el periódico El Financiero.

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LECTURA

Introducción

Cuenta la leyenda que cuando el laureado economista Milton Friedman visitó algún país de Asia en los años sesenta, se encontró con un grupo numeroso de personas que con picos y palas construía un canal. Cuando inquirió a los oficiales del gobierno que lo acompañaban, por qué no utilizaban trascabos y maquinaria pesada para terminar el camino de forma más expedita, le contestaron que no entendía de qué se trataba, ya que de esta forma se podía tener empleada a más gente, porque lo que hacía falta era empleo y por eso utilizaban tecnologías intensivas en mano de obra. Friedman les contestó que había pensado que lo que querían era construir un canal, pero si el objetivo era dar empleos, entonces recomendó quitarles las palas y los picos y, en su lugar, darles cucharas.

Esta leyenda sirve para ilustrar un lamentable fenómeno que se repite con gran frecuencia en diferentes épocas y geografías, cuando los encargados de tomar decisiones en el gobierno no tienen un conocimiento básico de la economía y sus conceptos más importantes. De ese modo, con sus soluciones generan más o mayores problemas que el que se pretende resolver (parafraseando nuevamente a Friedman).

El entendimiento cabal de los principios básicos de la economía es fundamental para que las sociedades tengan mejores posibilidades para progresar en la generación de prosperidad y bienestar. El concepto de productividad resulta ser uno de los más relevantes para ello ya que, con indicadores relativamente simples, permite conocer mucho de lo que ocurre en un país y es una buena medida del éxito de una sociedad. Es relativamente directo señalar que una sociedad más productiva es usualmente más desarrollada o avanzada.

En esta lectura exploraremos no solo el concepto de productividad y muy brevemente la forma en que se construyen los principales indicadores para medirla; sino sobre todo estudiaremos las sutilezas que hay que considerar para tener una buena interpretación y evitar llegar a conclusiones equivocadas. Echaremos un vistazo a la evolución de los principales indicadores de productividad de México que nos servirán para hacer algunas reflexiones importantes sobre el funcionamiento de nuestra economía.

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1. Concepto de productividad

Para satisfacer las múltiples necesidades humanas, las personas nos organizamos para utilizar los recursos disponibles y transformarlos en bienes y servicios con los que satisfacemos nuestras necesidades. A esto se le llama producción. El problema económico que enfrentamos todos es cómo asignar recursos escasos para satisfacer fines múltiples. Los recursos son limitados por definición y, para satisfacer la mayor cantidad de necesidades de la mayor cantidad de personas, es necesario hacer un buen uso de ellos, lo que implica usarlos de la forma más productiva posible. La productividad es un concepto central para la economía porque se refiere a la eficiencia con la que se están utilizando los recursos. Cuando utilizamos los recursos de forma eficiente quiere decir que estamos produciendo la mayor cantidad de bienes y servicios con ellos.

Para comenzar a poner en perspectiva este concepto, podemos comenzar desde lo más simple. Imaginemos una comunidad que tiene la necesidad de alimentar a todos sus miembros y cuenta con recursos como tierra de cultivo, herramientas agrícolas y utilizan su trabajo para cultivar hortalizas que, posteriormente, consumirán para alimentarse. Imaginemos que la comunidad se reúne para decidir cómo va a ocupar su tierra y hay dos opciones: sembrar jitomate o maíz. Digamos que, si la gente siembra jitomate, la producción alcanzará para alimentarse medio año, pero si siembra maíz, la producción alcanzará para alimentarse todo el año. En este ejemplo, utilizar la tierra para producir jitomates resulta menos “productivo” que utilizarla para sembrar maíz, ya que en el primer caso se resuelve su necesidad a la mitad, mientras que en el segundo se soluciona por completo.

Cuando hablamos de productividad, nos referimos a una medida que sirve para evaluar la eficiencia con la que se aprovechan los recursos en un proceso productivo. Imaginemos un proceso industrial que utiliza gas como combustible y que en este proceso hay fugas en las tuberías, lo que hace que el consumo de gas sea mayor al necesario. Reparar las fugas implicaría un menor uso de gas, y diríamos que el proceso es más productivo que cuando había fugas, ya que los recursos se aprovechan mejor y sin desperdicio.

Las medidas de productividad sirven para hacer comparaciones y tomar decisiones encaminadas a mejorar la producción y el aprovechamiento de los recursos.

Usualmente, la productividad es un cociente, donde el numerador es alguna medida de la producción y el denominador alguna medida de los recursos utilizados (salvo en el caso del índice de productividad que utilizan los bancos, que por alguna razón lo estructuran de forma diferente).

Cuando la productividad aumenta, que es cuando la producción aumenta o el uso de factores se reduce, significa que los recursos se están aprovechando mejor o con mayor eficiencia. Cuando la productividad se reduce, los recursos se están desperdiciando y la eficiencia está bajando (figura 1).

Figura 1
Productividad

Fuente:
Elaboración propia.

2. Un ejemplo: producción de jitomate en México

Para explicar mejor pensemos en una actividad, digamos producir jitomates. Para ello se requieren diversos recursos como semillas, agua, nutrientes, luz, tierra, trabajo, conocimientos y herramientas. Estos diferentes recursos se pueden combinar de muchas maneras para producir los jitomates. Por ejemplo, se puede sembrar y cultivar a mano la tierra o se puede utilizar maquinaria agrícola; se puede dejar la provisión de agua a la naturaleza (tierras de temporal) o se puede recurrir al riego artificial. Al final del proceso terminamos con un resultado que representa la “receta” para producir y se puede ver como una suma (figura 2).

Figura 2
Producción

Fuente:
Elaboración propia.

Algunos de los elementos de esta suma son fácilmente cuantificables, como por ejemplo las semillas, la tierra o las horas de trabajo; pero otros resultan más difíciles de cuantificar, como por ejemplo los conocimientos o las herramientas. En el caso de la producción de jitomate, una medida de productividad muy usual es la referente a la tierra y podemos comenzar por ahí. En la tabla 1 se presentan los resultados de la Encuesta Nacional Agropecuaria del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI),1 con los datos de producción y superficie sembrada de jitomate.

Como puede verse en la tabla 1, la producción de jitomate se redujo en 2014 pero luego aumentó sustancialmente en 2017, a pesar de que la superficie plantada se ha venido reduciendo. En la columna final, que contiene el promedio nacional, se puede ver que la productividad de la tierra -expresada en toneladas por hectárea- se ha incrementado de forma importante; es decir, con menos tierra se obtiene más producción, lo que es un buen resultado, ya que estamos aprovechando mejor uno de los recursos productivos, en este caso la tierra.

1 INEGI (2018a).

Tabla 1
Producción de jitomate en México

1/ Toneladas.
2/ Hectáreas.
3/ Toneladas por hectárea.
Fuente:
Encuesta Nacional Agropecuaria 2018 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

Si viéramos las diferentes unidades de producción, encontraríamos que la producción por hectárea fluctuaría desde cero (para las tierras que se cultivaron, pero no produjeron debido a algún siniestro como heladas o plagas), hasta poco más de 600 toneladas por hectárea.

¿Cómo es posible que algunas hectáreas logren obtener 600 toneladas de jitomate, es decir, ocho veces más que el promedio nacional?

Una primera explicación es que el factor que estamos considerando, en este caso la tierra, puede ser efectivamente de calidades diferentes, con algunos casos de gran fertilidad y otras más pobres. Ahora bien, la mayor parte de estas diferencias se explica por variaciones en los otros factores involucrados. Las medidas más frecuentes que tenemos de productividad aíslan alguno de los factores de la producción, como en este caso la tierra, o como ocurre con mayor frecuencia, el trabajo humano; pero la productividad depende de todos los factores. En el caso de la producción de jitomate, es muy diferente la producción que se obtiene en una hectárea de tierra que depende del temporal (a cielo abierto) que se cultiva a mano y sin tecnología que la que se obtiene de los invernaderos de alta tecnología y con operadores altamente entrenados.

Es fácil notar que hay una relación directa entre la calidad de los factores, la producción y la productividad. Mientras mejores sean los insumos (la tierra, el trabajo y el capital) mayor será la producción y la productividad de cada factor. Por ejemplo, si ponemos a trabajar a personas con mucha experiencia en alguna tarea complicada, es de esperarse que produzcan más que personas sin ninguna experiencia, ya que a estas últimas les falta aprender. Cuando las personas sin experiencia aprenden, esto se refleja en una mayor producción y se dice que su productividad se incrementa.

Vale la pena desarrollar un ejemplo para ir entendiendo estas consideraciones. Imaginemos que tenemos una parcela de tierra de una hectárea y se la damos a una persona (a nuestro amigo Hortensio) para cultivar jitomates en el siguiente ciclo productivo. También lo dotamos con semillas y una yunta de bueyes. Hortensio nunca ha trabajado la tierra, pero algo ha escuchado del cultivo de jitomate en su familia. Luego del ciclo productivo, trabajando tiempo completo, Hortensio logra producir cinco toneladas de jitomate. Esta producción es baja comparada al promedio nacional, pero es el primer ciclo de Hortensio. Para el siguiente ciclo, Hortensio logra producir diez toneladas con los mismos recursos y condiciones; y ya para el tercer ciclo la producción de Hortensio llega a 20 toneladas. A partir de ahí, en los siguientes ciclos, la producción de Hortensio se queda en 20 toneladas.

¿Qué es lo que cambió del primer ciclo al segundo y luego del segundo al tercero? Como todo lo demás estuvo constante, el aumento en la producción se explica por el aprendizaje que tuvo Hortensio en el proceso, al igual que del segundo al tercer ciclo. La experiencia que fue acumulando Hortensio se convirtió en conocimientos que le permitieron mejorar y aumentar su producción. A este conocimiento se le llama capital humano, cuya acumulación sirve para aprovechar mejor los recursos y producir más. En este ejemplo, si solo consideramos el aprendizaje de Hortensio, vemos que su productividad aumentó de cinco a 20 toneladas por hectárea. Si pudiéramos transmitir el conocimiento de Hortensio a otro agricultor que está comenzando, llamémoslo Novicio, en lugar de producir cinco toneladas en su primer ciclo, comenzaría con 20. Si sumamos los tres primeros ciclos de producción de Novicio, tendría 60 toneladas en lugar de las 40 toneladas que obtuvo Hortensio. Podríamos decir entonces que la experiencia de Hortensio equivale a sumar 20 toneladas a la producción.

Si ahora dotamos a Hortensio de fertilizante para el siguiente ciclo productivo, y esto le permite aumentar la producción a 30 toneladas en su hectárea, en este caso, como lo único que cambió es la utilización de fertilizante, es fácil ver que la “productividad” adicional del fertilizante fue de diez toneladas. La productividad puede verse también como un diferencial entre la producción y los insumos.

3. Haciendo números

Si queremos comparar dos procesos de producción alternativos, por lo que hemos visto hasta ahora, es fácil concluir que se debe favorecer la opción más productiva. El problema es cuando se tienen varios recursos involucrados y hacer comparaciones resulta complicado, como ilustraremos con el ejemplo de la tabla 2.

Tabla 2
Comparación de procesos productivos

Fuente:
Elaboración propia.

En ambos procesos, la producción y la productividad por hectárea son las mismas. La productividad del trabajo es mucho mayor en el proceso 2, con 125 kilos por hora trabajada frente a 31.25 kilos por hora trabajada en el primer proceso. Si solo midiéramos la productividad del trabajo, el segundo proceso es claramente más productivo, ya que se requieren menos horas para producir la misma cantidad.

Hay que notar que la agregación de los factores supone cierto grado de homogeneidad en los factores, es decir, que las horas aportadas por un trabajador aportan lo mismo a la producción que las de otro trabajador diferente. Sin embargo, la producción de una hora de un trabajador con experiencia y habilidad es muy diferente a la de un novato sin habilidad. A la hora de construir los indicadores de productividad es importante tratar de homogeneizar los factores, como en este caso, separar de alguna forma a los trabajadores experimentados de los novatos. Aunque esto se hace por parte de las instituciones encargadas de elaborar las estadísticas, es imposible lograr una homogeneización perfecta, por lo que hay que tomar siempre las estadísticas con la debida reserva y consideración a la hora de utilizarlas para hacer inferencias.

¿Qué podemos decir respecto a la productividad de los insumos que son diferentes? Por ejemplo, ¿es mejor utilizar abono natural y semillas normales, o fertilizantes y semillas mejoradas? ¿Es igual de productivo usar una yunta de bueyes que un tractor? Más aún, ¿qué podemos decir respecto a la productividad total de cada proceso para saber si uno es mejor?

Como podemos ver, es necesario unificar de alguna forma las unidades de producción y de los factores para poder hacer comparaciones; y la forma de hacerlo es utilizando los valores monetarios de cada elemento. Para ello se multiplican las cantidades por el precio respectivo. Para seguir con nuestro ejemplo, pensemos que se tienen los precios de cada elemento del proceso de la tabla 3, y que al sustituirlos en los procesos nos llevarían a la tabla 4, donde ya podemos calcular medidas de productividad para los diferentes factores.

Tabla 3
Precios de cada elemento

Tabla 4
Comparación de procesos productivos en valor monetario (pesos)

Fuentes:
Elaboración propia.

El proceso 1 requiere factores que sumados valen 38 400 pesos; mientras que el proceso 2 requiere 16 200 pesos de factores para producir lo mismo. En el último renglón vemos la diferencia entre el proceso 2 y el proceso 1; mientras que en la parte derecha de la tabla 4 tenemos las medidas de productividad resultantes de dividir el valor de la producción entre el valor de los factores, y en la última columna, la productividad total, que resulta de dividir el valor de la producción entre la suma total del valor de los factores, y que para todo fin práctico, es la medida que más nos interesa. En este caso, el proceso 1 multiplica por 5.208 el valor de los factores utilizados, mientras que el proceso 2 lo multiplica por 12.346, siendo claramente más productivo. Si nos inclinamos por el proceso 2, podemos producir 200 mil pesos de valor utilizando solo 16 200 pesos y nos sobrarían 22 200 pesos respecto al proceso 1.

Cuando las personas, empresas o gobierno favorecen la adopción de los proyectos más productivos, los recursos de la sociedad se utilizan de la mejor manera y sin desperdicio. Utilizar el valor monetario de las cosas permite hacerlas comparables para construir estos y otros indicadores, pero introduce algunas complejidades que hay que destacar, especialmente por el lado de los precios.

4. Consideraciones sobre el papel de los precios

Imaginemos que, en el siguiente periodo de producción de nuestros dos procesos, el precio del producto aumenta 100%, pero todos los otros precios permanecen sin cambio. En este caso, el valor de la producción aumenta a 400 mil pesos, pero la cantidad del producto y las cantidades empleadas de factores son las mismas. Pero haciendo las cuentas respectivas con los valores monetarios encontramos que las medidas de productividad de los insumos y de la productividad total ahora son del doble (tabla 5).

Tabla 5
Comparación con un aumento de 100% en el precio del producto

Fuente:
Elaboración propia.

Podríamos decir que, en estricto sentido, si solo utilizamos las cantidades utilizadas y producidas para calcular los indicadores de productividad por factor, éstos no cambian, pero al aumentar el precio y con ello el valor de la producción, las medidas de productividad aumentan, especialmente la productividad total. ¿Es esto un error o un espejismo?

Imaginemos que el incremento en el precio de la producción se explica por un cambio súbito en las preferencias de la sociedad, tal vez porque al bien producido se le encontraron propiedades que antes se desconocían o porque de repente se abrió nuestra economía a un mercado diferente donde aprecian mucho más esa mercancía. En este caso, el bien producido es considerado más valioso, los precios reflejan ese mayor valor y las medidas de productividad reflejan correctamente ese incremento. Tiene sentido producir aquellos bienes y servicios que son considerados más valiosos y son los precios de los productos y los factores los que deben reflejar correctamente ese valor.

Por otro lado, imaginemos que el mercado del producto en cuestión pasó súbitamente de tener una competencia perfecta a un monopolio por una mala decisión gubernamental. Como resultado se incrementó el precio y se redujo la cantidad producida en el mercado (como ocurre usualmente con los monopolios). En ese caso, las medidas de productividad no reflejarían correctamente el aprovechamiento de los recursos en la economía.

El punto importante aquí es que los precios influyen de diversas formas en los indicadores económicos. En la medida que el sistema de precios de la economía funcione correctamente, los indicadores pueden interpretarse de forma directa y simple; pero si los precios están distorsionados por diversas circunstancias, también pueden estarlo los indicadores, y su interpretación no es tan simple.

5. Productividad del trabajo

Una de las mediciones más importantes y frecuentes de productividad es la del factor trabajo, que se construye de diferentes formas, dependiendo de la disponibilidad de información. En México, el INEGI publica los indicadores de productividad laboral con base en varias encuestas: 1) Encuesta Nacional de Empresas Constructoras (ENEC); 2) Encuesta Mensual de la Industria Manufacturera (EMIM); 3) Encuesta Mensual sobre Empresas Comerciales (EMEC); y 4) Encuesta Mensual de Servicios (EMS). También se genera un índice global de la productividad laboral de la economía con base en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) y del Sistema de Cuentas Nacionales de México (SCNM). 2

La productividad laboral puede construirse de cuatro formas básicas, combinando la producción o las ventas con las horas trabajadas o con el número de trabajadores (tabla 6).3

2 INEGI (2018b).

3 INEGI (2019).

Tabla 6
Medidas de productividad laboral

Fuente:
Elaboración propia.

Como ya comentamos anteriormente, al sumar las horas trabajadas o el número de trabajadores, se están poniendo en la misma canasta diferentes calidades de trabajo y de trabajadores. Estas consideraciones son importantes al construir e interpretar los indicadores para tomar decisiones.

Imaginemos que una empresa tiene dos plantas de producción idénticas, con la misma maquinaria y procesos y con el mismo número de trabajadores. En la tabla 7 puede verse una diferencia en la producción y, por lo tanto, en la productividad del trabajo. En la planta A se produce un 20% más que en la planta B, y las medidas de productividad laboral reflejan esa diferencia.

Tabla 7
Comparativo de dos plantas

Fuente:
Elaboración propia.

La diferencia en la productividad del trabajo puede tener varias explicaciones, por mencionar algunas: a) los trabajadores de la planta B son más flojos; b) los trabajadores de la planta A tienen más experiencia, capacitación o motivación; o c) los trabajadores de la planta A se llevan mejor y se integran mejor que los de la planta B. Para el director de la empresa sería muy conveniente investigar y encontrar la razón de la diferencia ya que, al tener una menor productividad, en términos relativos, la planta B está desperdiciando recursos. De estas explicaciones, la tercera merece un comentario especial: aquellos equipos de trabajo que están mejor integrados logran sinergias que se traducen en mayor productividad, mientras que en equipos donde se “meten el pie” terminan produciendo menos.

6. Productividad laboral en México

En las gráficas 1 y 2 pueden verse los indicadores de productividad laboral para la industria manufacturera calculados por el INEGI, tanto con base en personal ocupado como en horas trabajadas, de forma trimestral para el periodo 2005-2020. Como puede verse, las fluctuaciones de ambos indicadores son diferentes, pero se perciben los mismos cambios en la tendencia. De 2005 a 2014 hay una tendencia ascendente, y a partir de 2015 comienza una tendencia descendente. En el segundo trimestre de 2020 se observa una caída notable en ambos indicadores, más marcada en el que corresponde a personal ocupado; lo que se explica por el cierre de las actividades productivas para contener el contagio de COVID-19.

Gráfica 1
Productividad laboral en la industria manufacturera con base en personal ocupado
Índice 2013 = 100

Gráfica 2
Productividad laboral en la industria manufacturera con base en horas trabajadas
Índice 2013 = 100

Fuentes:
INEGI.

Como vimos anteriormente, la productividad es un indicador que debería mantener una tendencia positiva, ya que los cambios en la tecnología deberían ser para mejorar el aprovechamiento de los recursos. Por eso llama la atención la tendencia descendente de 2015 a la fecha. Este comportamiento puede tener varias posibles explicaciones. La primera la veremos a continuación, pero las otras las veremos hacia el final de la lectura, luego de ver otros indicadores relacionados.

Recordando que estos indicadores se construyen a partir del valor monetario de la producción y los insumos, es posible que el costo del trabajo haya aumentado a un ritmo mayor que los precios de la producción. Si observamos en la gráfica 3, el costo unitario de la mano de obra, su comportamiento parece coincidir con esta explicación. El costo del factor trabajo se ha venido encareciendo a un ritmo mayor al que ha aumentado la producción.

Gráfica 3
Costo unitario de la mano de obra en manufacturas
Índice 2013 = 100

Fuente:
INEGI.

7. Costo unitario de la mano de obra

Como indicador complementario se puede dividir el costo del trabajo entre alguna de las medidas de productividad laboral, obteniendo así el Costo Unitario de la Mano de Obra (CUMO), que nos revela el costo laboral necesario para producir una unidad de producto o una unidad de venta.

Para obtener este indicador, primero se calculan las remuneraciones totales que son la suma de todos los montos erogados en gastos de personal, y se expresan en términos reales para aislar el efecto de la inflación en las comparaciones de diferentes periodos. Al dividir las remuneraciones totales entre las horas trabajadas o entre el número de trabajadores, se obtienen las remuneraciones medias (por hora o por trabajador). Finalmente, el costo unitario de la mano de obra es el resultado de dividir las remuneraciones reales por hora (o por trabajador) entre la producción o ventas por hora trabajada o por trabajador (ecuación 1).

(1)

Este indicador es especialmente útil para hacer comparaciones entre diferentes industrias o diferentes países. Cuando este indicador se reduce, esto refleja un menor costo laboral por unidad de producción, lo que se asocia a una mayor productividad. Por el contrario, cuando este indicador aumenta, es señal de mayores costos y menor productividad.

En México, el INEGI calcula los costos unitarios de la mano de obra para diferentes sectores. En la gráfica 4 podemos ver la evolución de los CUMO para tres sectores relevantes: las industrias manufactureras, las empresas constructoras y el comercio minorista, que invitan a la reflexión, especialmente por algunas similitudes.

Gráfica 4
Costos laborales unitarios en México
Índice 2013 = 100, promedio móvil 4 trimestres

Fuente:
INEGI.

En principio cabría esperar un comportamiento diferenciado debido a los diversos factores relevantes para cada sector, pero con una tendencia descendente que refleje aumentos en la productividad. Para las empresas constructoras y las manufactureras se observa un incremento durante 2009 y 2010, para luego mostrar una tendencia descendente de 2010 a 2014, y luego una tendencia ascendente que se acelera notablemente en 2020. Los CUMO del comercio minorista son más estables, en lo general, pero también muestran una aceleración a partir de 2017.

Sin pretender dar una explicación concluyente, a manera de sugerencia puede pensarse que la crisis global de 2009 generó un ahorro importante en el factor trabajo, posiblemente por la incorporación de tecnologías más intensivas en capital. De 2017 a la fecha, los incrementos de doble dígito en el salario mínimo podrían estar detrás del encarecimiento de los CUMO observadas en estos tres sectores. Otra explicación para el fuerte brinco de 2020 es que la crisis generada por el COVID-19 propició un desplome en la producción, y muchas trataron de minimizar los despidos de personal a pesar de no estar produciendo, aumentando con ello la proporción de los costos laborales en la producción.

8. Productividad total de los factores

La productividad en su sentido más amplio debe incorporar todos los factores de la producción, la cual se le refiere como Productividad Total de los Factores (PTF). Integrar un indicador de PTF es un proceso sumamente complejo, ya que se tiene que trabajar con información limitada y deben hacerse diferentes tipos de consideraciones, como por ejemplo de qué forma agregar las cifras.

Para pasar al análisis de las cifras disponibles, el INEGI presenta una estimación de la PTF para México con base en el modelo KLEMS, que tiene su origen en el estudio coordinado por la Dirección General de Investigación de la Comisión Europea, considerando los factores de producción capital (K), trabajo (L), energía (E), materias primas (M) y servicios (S).4

El crecimiento de la producción (Y) puede expresarse como la suma ponderada de los crecimientos de los factores más un residual, que sería el cambio en la productividad de los factores, de acuerdo con la siguiente expresión:

∆Y=α∆K+β∆L+γ∆E+ε∆M+θ∆S+∆A

Donde:
1) Las ∆ representan crecimiento.
2) α, β, γ, ε y θ representan los pesos relativos de cada factor dentro de la producción.
3) A representa la productividad.

La tabla 8 presenta la información para México en el periodo 1991-2019.5 Comenzamos del lado izquierdo con el crecimiento en el valor de la producción para cada año, luego vemos las aportaciones de cada uno de los factores, que se suman en la penúltima columna. La productividad total se obtiene como un residual, como la diferencia entre el crecimiento del valor de la producción y la contribución de los factores. Esto último es especialmente importante a tener en cuenta, sobre todo a la hora de buscar explicaciones.

4 INEGI (2020).

5 INEGI (2020).

Tabla 8
Productividad total de los factores y contribución al crecimiento económico de México
Tasas porcentuales de crecimiento anual

Fuente:
Comunicado de prensa 651/20 del INEGI.

En la gráfica 5 puede verse la (lamentable) evolución de la productividad total de la economía de México, que resulta de los crecimientos registrados en la tabla 8, iniciando en un nivel de 100 en 1990. La gráfica presenta una clara tendencia descendente, alcanzando un nivel cercano a los 90 puntos en 2009 y luego un estancamiento en los siguientes diez años. Esto quiere decir que, en 2019, la economía mexicana era 10% menos productiva que en 1990, lo que es un resultado muy negativo y contrario a lo que debería ocurrir usualmente.

Gráfica 5
Productividad total de los factores en México
Índice 1990 = 100

Fuente:
INEGI.

En la gráfica 6 podemos ver la evolución de los factores, partiendo todos de 100 en 1991 y aplicando los crecimientos anuales de la tabla 8. Los comportamientos de los factores son muy diferenciados con el capital en un extremo, presentando la tendencia ascendente más pronunciada, mientras que en el otro extremo tenemos la energía, que permanece básicamente estancada; y el trabajo, justo a la mitad, con una tendencia ascendente moderada.

¿Qué nos dice esta gráfica? ¿Por qué el capital ha venido ganando importancia en la producción en México en lugar de que sea el trabajo? Antes de ofrecer una posible explicación a estos resultados conviene hacer algunas consideraciones.

Gráfica 6
Contribución de los factores a la productividad total
Índice 1990 = 100

Fuente:
INEGI.

9. Importancia del capital

El concepto de capital es fundamental para entender la productividad. Podríamos decir que el capital es todo aquello que se utiliza en el proceso de producción diferente al trabajo, a la tierra y a los insumos básicos. Las herramientas serían el ejemplo más simple de capital, y van desde un simple desarmador hasta una planta nuclear, incluyendo los conocimientos y la tecnología. El capital está estrechamente asociado a la productividad, especialmente del trabajo. Un trabajador que cultiva una parcela de tierra con sus manos, producirá más si en lugar de usar una coa utiliza una yunta de bueyes, y producirá todavía más si utiliza un tractor. La yunta de bueyes es un incremento en el capital respecto a la coa, y el tractor es un incremento respecto a la yunta de bueyes. De la misma forma, tener el conocimiento adecuado de cómo usar las herramientas o en qué orden aplicar los insumos forma parte del capital. Un agricultor que tiene la información de los momentos adecuados para la siembra, el cultivo y la cosecha tendrá más producción que un agricultor sin información y experiencia. Un trabajador que sabe operar un tractor logrará más producto que un trabajador sin esa capacitación.

Utilizar más capital en un proceso significa invertir en la adquisición de herramientas y conocimientos para multiplicar el trabajo. Al final del día podemos ver el capital como trabajo acumulado para ahorrar y potenciar el trabajo humano. Un tractor es resultado de muchas horas de trabajo de personas que encontraron la manera de combinar recursos para hacer un producto que ahorra trabajo y hace que el trabajo que se utiliza sea más productivo. Cuando se incorpora más capital a los procesos productivos, se ahorra trabajo que puede utilizarse para producir otros bienes y servicios que de otra forma no se producirían.

Hay que notar que la incorporación de capital a la producción requiere del aprendizaje de las personas que lo emplean. Una computadora puede ser poderosa en las manos de alguien que sabe cómo usarla, pero inservible en las manos de una persona que no tiene la preparación adecuada. El aprendizaje de las personas es de hecho una forma de capital, al que se le llama capital humano.

Otra reflexión importante es que el ahorro de trabajo que se logra con la incorporación de capital amplía las posibilidades de producción y, por lo mismo, de generación de riqueza de la sociedad. Un temor frecuentemente expresado, especialmente por los trabajadores, es que la incorporación de tecnología y maquinaria destruye empleos, lo que amenaza su forma de subsistencia. Esto es correcto, pero no debe dejarse de ver que el trabajo que se libera de esta forma puede usarse para producir otros bienes y servicios que son deseables y necesarios. Debe notarse que tratar de “defender” los trabajos que podrían “ahorrarse” con la incorporación de tecnología, o promover trabajos “intensivos en mano de obra” son equivalentes a evitar la creación de riqueza y promover la pobreza de una sociedad. Para ver eso imaginemos que hoy quisiéramos producir en el campo todos nuestros alimentos con coas y yuntas de bueyes. El resultado sería tener a toda nuestra población ocupada, pero muriéndose de hambre, ya que con esas tecnologías produciríamos solo una parte de los alimentos que necesitamos. Si una hectárea se puede cultivar con una persona, y en lugar de eso lo hacemos con 20 o 100 personas, la producción de esa misma hectárea tiene que repartirse entre más personas, tocándole menos a cada una.

Ahora bien, es cierto que para que el trabajo, que se ahorra en una actividad que incorpora tecnología, se pueda emplear en otro sector de forma productiva se requiere tener una economía de mercado que funcione correctamente con mercados suficientemente flexibles para asignar los recursos de forma eficiente. Para que el trabajo pueda fluir hacia los usos más productivos de la economía, se requiere un mercado que permita que los trabajadores que se quedan sin un trabajo, puedan encontrar otro incluso mejor con relativa rapidez, y que las empresas puedan despedir y contratar de la misma forma. La flexibilidad y eficiencia de los mercados depende, de manera fundamental, de la calidad y efectividad de las instituciones del país.

10. Comparación con otros países

Para terminar nuestro vistazo a los indicadores de producción, podemos comparar algún indicador relevante de la productividad con otros países, que es lo que hacemos en la gráfica 7 con la productividad de la mano de obra en la industria manufacturera para México y nuestros socios comerciales, Estados Unidos y Canadá; y uno de nuestros competidores naturales, Corea del Sur.

En la gráfica 7 podemos ver que en algún momento de 2014 logramos tener una mayor productividad que estos países, pero a partir de ahí comenzó un declive importante y hasta la fecha nuestra productividad se ubica por debajo de los demás. Estados Unidos ha logrado mantener más o menos constante su productividad, mientras que Corea del Sur y, sobre todo, Canadá han logrado incrementos importantes. Una productividad más elevada puede verse como una mayor competitividad, por lo que la historia que vemos en esta gráfica es bastante desafortunada para México, revelando que hemos perdido competitividad frente a nuestros principales socios comerciales y competidores.

Gráfica 7
Productividad de la mano de obra en las manufacturas
Promedio móvil 3 meses, índice enero de 2010 = 100

Fuente:
INEGI.

Conclusiones: lo que indican los indicadores de productividad de México

Los indicadores que hemos visto en esta lectura revelan que en sus diferentes métricas, la productividad en México ha venido reduciéndose en las últimas décadas, y que hoy la economía mexicana es menos productiva que hace 20 años. Especialmente de 2015 a la fecha se percibe esta pérdida en productividad, acompañada de un incremento en los costos unitarios de la mano de obra, lo que nos ha restado competitividad frente a otros países.

Tener una productividad decreciente implica que hemos incrementado más nuestros recursos que la producción, o lo que es lo mismo, que estamos de alguna forma aprovechando peor nuestros recursos. De las múltiples consideraciones que podrían hacerse para explicar este pobre desempeño, hay dos en las que me gustaría concentrarme.

Lo primero es referente al papel del capital y la inversión. El aumento en la cantidad de capital en la economía se logra mediante la inversión. Si estamos construyendo más fábricas, estamos aumentando nuestra capacidad de producir bienes y servicios, lo que se traducirá en más producción en el futuro. Sin embargo, la calidad de la inversión importa mucho, ya que no se capta en las cifras, pero sí se refleja en la producción y en la productividad. Si empleamos la misma cantidad de pesos en reparar una máquina que en construir una nueva mucho más eficiente, la inversión es la misma, pero el resultado no. De la misma forma, si invertimos en una fábrica para hacer faxes o en producir bienes o servicios que ya no son socialmente deseables (como una refinería, por ejemplo), entonces estamos invirtiendo mal y eso se verá reflejado en la productividad de la economía.

Lo segundo es que, al final del día, la productividad no solo refleja qué tan buenos o malos son nuestros factores, sino primordialmente qué tan buenos o malos somos para cooperar entre nosotros; es decir, qué tan bueno o malo es el funcionamiento de nuestra economía. Por ejemplo, si nuestro sistema de precios funciona correctamente para dar las señales adecuadas sobre lo que es valioso y lo que cuesta producir; si nuestro sistema financiero funciona correctamente para captar el ahorro y canalizarlo a los proyectos más productivos; si nuestro sistema judicial funciona adecuadamente para garantizar el Estado de Derecho y dar certidumbre a los acuerdos entre las personas; si nuestro marco fiscal provee los controles e incentivos correctos para la participación armoniosa de personas y empresas en la actividad económica formal; en fin, si nuestro marco institucional favorece la cooperación voluntaria de todos los actores productivos de la economía, entonces la productividad del país será elevada y se hará un uso eficiente de los recursos de la nación.

Por el contrario, si tenemos un mercado laboral rígido que no permite la fácil y rápida movilidad del trabajo hacia las actividades más productivas; si el Estado de Derecho no está garantizado y se percibe incertidumbre o peor aún, indefensión jurídica ante posibles abusos de diversos actores; si el sistema de precios está distorsionado y manda señales equivocadas a los inversionistas; si el marco fiscal favorece la informalidad y la evasión; en fin, si las instituciones son débiles y vulnerables, entonces es de esperarse una baja productividad en la economía.

El deterioro que muestran nuestros indicadores de productividad debería ser suficiente para ponernos a reflexionar sobre lo que no estamos haciendo bien, porque el desperdicio de recursos va más allá del presente inmediato, afectando a las generaciones futuras que se verán perjudicadas en sus niveles de ingreso y en sus posibilidades de generar prosperidad.

Para incrementar nuestra productividad de forma sustancial y sostenida, deberíamos enfocar nuestra atención en fortalecer las instituciones que funcionan, renovar aquellas que no funcionan y crear nuevas, que permitan un mejor funcionamiento de nuestros mercados y una mejor alineación de incentivos a los agentes económicos para promover una participación más armoniosa de todos los actores productivos.

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Bibliografía

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INEGI (2018b), “Sistema de Cuentas Nacionales de México, Fuentes y Metodologías”, Instituto Nacional de Estadística y Geografía, México, Enlace

INEGI (2019), “Cálculo de los índices de productividad laboral y del costo unitario de la mano de obra. Año base 2013. Metodología”, Instituto Nacional de Estadística y Geografía, México. Enlace

INEGI (2020), “Productividad Total de los Factores (PTF) Modelo KLEMS. Serie anual 1990-2019”, Comunicado de prensa 651/20, Instituto Nacional de Estadística y Geografía, México, Enlace

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